lunes, 23 de abril de 2012

Salón de la Fama: Akahige de Akira Kurosawa


Bienvenidos a una nueva edición del Salón de la Fama, un blog donde expongo mis películas favoritas y discuto exactamente por qué me gustan tanto, esto podría incluir algunos puntos cruciales de la trama e incluso el final, por lo que si no han visto la película sugiero que no lean hasta que lo hagan.

Esta semana es el turno de mi cineasta favorito, uno que deberían esperar a ver aquí muy a menudo, Akira Kurosawa y su película de 1965 ...

Akahige

Para empezar, hablare un poco de mi historia con Kurosawa y sus películas, que he estado viendo desde muy temprana edad. Siete Samurái fue mi primera, y fue la película que cambió la forma en la que veo el cine  y me hizo darme cuenta de su potencial, incluso la acreditaría como la película que me hizo querer ser cineasta. Después de eso vino lo usual... Yojimbo, Rashomon, Ran, Ikiru, etc. Todas han marcado mi vida fílmica al momento de ver o hacer películas de una manera u otra, también me encantan sus gemas poco apreciadas como Los Canallas Duermen En Paz, Sueños y Un Domingo Maravilloso. Básicamente, nunca he visto una película de Kurosawa que no me haya gustado, aunque no las he visto a todas.


Aka Hige pudo haber cambiado eso. No recuerdo exactamente la primera vez que la vi, pero recuerdo que no me gusto mucho. Probablemente se lo podría atribuir al hecho de que es una película de 3 horas con sólo un breve momento que se asemeja a una escena de acción, una necesidad para mi entonces muy joven mente. A través de los años y después de verla varias veces tengo mucho más aprecio por ella, tanto así que la pondría como una de sus obras maestras.

Esta historia, como muchas de las películas de Kurosawa, se lleva a cabo en un pequeño barrio de Edo en el siglo 19 y sigue al joven y altamente antipático y arrogante doctor Yasumoto (que hasta hace poco podría haber jurado que fue interpretado por Tatsuya Nakadai y resulta que es interpretado por Yuzo Kayama, el parecido es asombroso), que ha sido asignado a una pequeña clínica rural, la cual él cree que está por debajo de su talento y sus aspiraciones como médico. La clínica está llena de pacientes que son "pobres, están llenos de pulgas y piojos y apestan" como uno de los personajes tan elocuentemente lo expresa, el personal es pequeño y apenas puede mantener el ritmo con la constante afluencia de pacientes enfermos.

El Dr. Kyojo Niide, o "Akahige" (barba roja, interpretado por el legendario Toshiro Mifune) es el jefe de la clínica y aunque parece autocrático al principio, pronto descubrimos que en realidad es dulce y compasivo, mantiene a la clínica con pocos recursos y sin embargo, nunca le cobra a los pobres. Yasumoto se rebela contra él, "¿cómo se atreve a pedirme que trabaje para la gente que no me paga? ¡He entrenado para ser el médico del Shogun!" piensa a sí mismo, nunca obedece a Akahige y muy rara vez ayuda a alguien.

El dominio de Kurosawa en demandar perfección absoluta de cada uno de los aspectos de las escenas, ya sea en el maquillaje de los actores o de los detalles en las realistas y claustrofóbicamente pequeñas habitaciones, hacen que la clínica cobre vida (lo cual es bastante irónico ya que la mayoría de las personas que la habitan están muriendo).Nos mete en ese lugar en ese momento y es realmente deprimente. La yuxtaposición entre estas imágenes y la actitud de Yasumoto me hace enfadar como pocas películas pueden, "¿Qué diablos está haciendo? ¿No puede ver todo lo que está sucediendo a su alrededor? ".


Y justo allí, desde el comienzo, siempre es claro para mí que esta es una película que me hará sentir y me hará pensar. Kurosawa siempre pone comentario social en sus películas y siento que en esta, en conjunto con Ikiru y Un Domingo Maravilloso hace sus puntos de vista sobre la injusticia social más claros que en cualquier otra.

Gracias a Akahige y sus pacientes, Yasumoto comienza a darse cuenta de que tan terribles las cosas que le rodean son en verdad, así como lo que puede hacer para ayudar. Desde ese momento siento que la película comienza a mostrarnos a Akahige desde el punto de vista subjetivo de Yasumoto, porque a pesar de que continuamente se critica a sí mismo es mostrado como un personaje casi perfecto, tan amable y bueno que parece salido de un universo alternativo donde la gente es completamente atenta y compasiva, una versión idealizada de lo que un médico debe ser (no estoy diciendo que no existan médicos como él, pero son ciertamente una minoría). Esta cantidad de crítica social podría llegar a fastidiar a algunas personas por completo, pero no puedo evitar estar de acuerdo con los puntos de vistas morales que se establecen y el hecho de que una película que se desarrolla en el siglo 19 y se hizo en 1965 aún resuene con la realidad en la que vivimos es realmente impresionante.

Como es común en las películas de Kurosawa, la historia del personaje principal no es más que una pequeña pieza de un rompecabezas gigantesco. Hay muchos otros sub-tramas que giran alrededor de los pacientes y el personal de la clínica. La mayoría de ellos son excelentes y agregan mucho a la trama, la única excepción notable es la historia de Sahachi, un hombre popular y generoso que en su lecho de muerte cuenta la historia de su esposa y cómo se relaciona con un misterioso cadáver que se descubre durante un deslizamiento de tierra. Esto toma unos 15 minutos de la película y no es muy interesante, además que no aporta nada al resto de la historia por lo que no sólo es aburrido, sino también innecesario.


Pero esto es una pequeña excepción que puede ser fácilmente pasada por alto si tenemos en cuenta lo poderosas que son el resto de las historias, sobre todo la de Otoyo, una niña que se convierte en el punto central de la película durante la mayor parte de la segunda mitad. Esta niña enferma de 12 años de edad es rescatada por Niide y Yasumoto de su opresiva madrastra que la hace trabajar en su burdel infestado de sífilis sin consideración por su salud o cordura.

El cómo es rescatada la niña es realmente extraño de una forma cómica. Niide tiene que luchar contra una banda de bravucones y utiliza sus conocimientos de artes marciales y de medicina para romperles los huesos en una pelea que no tiene nada que envidiarle a las mejores películas de karate. La película es muy consistente con su estado de ánimo oscuro y dramático casi deprimente, por lo que esta escena se destaca debido a lo inesperada que es y, aunque muy breve y no pretende serlo, en realidad es un algo cómica. Pero supongo que también se aplica a la forma en que Niides es presentado como un ser humano casi perfecto.

Otoyo desarrolla sentimientos de amor y admiración por Yasumoto, quien pasa la mayor parte de su tiempo cuidando de ella, tanto así que incluso se pone celosa cuando su prometida lo visita. Con el tiempo, se gana la confianza de todos, e incluso comienza a trabajar en la clínica para ayudar al personal. Otoyo conoce a un joven ladrón de su edad, le ofrece comida y su amistad. Su relación se vuelve el enfoque de una buena parte de la película, pero es tan rica y hermosamente contada que es difícil quejarse.

Uno de los momentos más hermosos e igualmente desgarradores de cualquier película de Kurosawa aparece cerca del final. El chico está a punto de morir y Otoyo sale corriendo del cuarto, se empiezan a escuchar gritos desde afuera, es Otoyo y las otras mujeres del personal gritando el nombre del niño al pozo, creen que si lo llaman su alma volverá desde el centro de la tierra y regresara a su cuerpo, si pueden traer su alma de vuelta antes de la mañana no morirá, se me ponen los pelos de punta cada vez que veo esta escena. También presenta un logro técnico increíble, en una toma las vemos desde el interior del pozo cuando de pronto la cámara comienza a panear por las paredes hasta llegar a sus reflejos en el fondo justo cuando cae una pequeña gota. El cómo se hizo esta toma todavía me desconcierta.


Estamos acostumbrados a ver a Toshiro Mifune en roles excéntricos como personajes a veces locos pero muy divertidos, pero Niide es una bestia completamente diferente a Kikuchiyo o Sanjuro (sus personajes en Siete Samurais y Yojimbo, respectivamente), es mucho más tranquilo, serio e inteligente, algo más parecido a sus papeles en Los Canallas Duermen en Paz y High and Low, aunque mucho menos oscuro. Esto también representa un escalón con respecto a sus primeras colaboraciones con Kurosawa en las que a menudo interpretaba a un aprendiz (usualmente con Takashi Shimura como su maestro), aquí interpreta al maestro, un hombre tranquilo, sereno y fuerte. Es sin duda una de sus grandes actuaciones.

Y, sin embargo, no importa cuán bueno sea Mifune, es Terumi Niki como Otoyo quien se destaca en el reparto. A pesar de su corta edad en el momento que fue filmada la película, su actuación es completamente creíble, conmovedora e incluso a veces dolorosa a causa de lo real que es. Si no fuera por el excelente trabajo del resto del elenco, ella podría fácilmente haberse llevado la atención por completo.

Y ¿qué hay de la excelente cinematografía? ¿La hermosa banda sonora? ¿Los increíblemente realistas sets? Literalmente podría hablar y escribir durante días y días sobre esta película y ni siquiera hubiera tocado la superficie de todo lo que se puede decir al respecto de la misma. Esta es una película notable en la filmografía de Kurosawa no sólo por ser su última en blanco y negro, sino también la última en la que trabajaría con Toshiro Mifune, su colaborador en 16 películas. La larga producción de dos años y el hecho de que su barba natural tenía que ser mantenida a través del rodaje porque Kurosawa no permitía que utilizara una barba falsa le hizo incapaz de actuar en otras películas y resulto en que terminara casi en quiebra, lo que provocó que ambos rompieran su amistad (algunos dicen que por siempre, otros que se reconciliaron poco antes de la muerte de Mifune). Claro, es una lástima que nunca llegamos a ver otra colaboración Kurowa-Mifune, pero vaya que nos dieron un final increíble.




domingo, 22 de abril de 2012

Trabajo fotográfico: Artistas Trabajando

Este es un trabajo fotográfico documental que busca expresar mediante una serie de fotos el día a día de varios artistas en diferentes ramas del ámbito.

(Click en la imagen para ver en tamaño completo)


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martes, 3 de abril de 2012

Salón de la Fama: Lost in Translation de Sofia Coppola


Bienvenidos a la primera edición del Salón de la Fama, un blog semanal (o bi-semanal dependiendo del tiempo que tenga) donde hablare larga y extendidamente acerca de algunas de mis películas favoritas. Voy discutir exactamente por qué me gustan tanto estas películas, entre esto algunos puntos cruciales de la trama incluyendo los finales, por lo que si no han visto la película sugiero que no lean esto hasta que lo hagan.

La primera película es mi película favorita, lo cual me pareció una buena manera de comenzar: 


Lost in Translation.

Tokio, una de las ciudades más pobladas y complicadas del mundo; su idioma, cultura y estilo de vida casi impenetrable para los extranjeros. Este es el escenario Lost in Translation de Sofia Coppola, una película enfocada tanto en el dialogo como en el silencio. Es una exploración no de un país, sino de la vida.

¿Cuántos de nosotros no soñamos con ir con alguien que amamos a un lugar nuevo y fascinante donde nadie nos reconocería? Eso es lo que Charlotte (Scarlett Johansson) desea y espera cuando viaja a Tokio con su marido fotógrafo, pero él está allí por su trabajo. Ella quiere estar con él, pero la última cosa en su mente es su esposa. Él la deja sola durante largos períodos de tiempo y lo único que ella hace es mirar fijamente fuera de su enorme ventana. ¿En que está pensando? Sólo podemos imaginar.

Y luego está Bob, un actor cuyos mejores días están ya muy lejanos en el pasado. Él está en Tokio para ganar 2 millones de dólares haciendo un anuncio de whisky. Se puede decir que realmente no quiere o se preocupa por el dinero, sólo lo está hace para mantener feliz a su esposa en Los Ángeles. Es casi carente de emociones, y la noticia de que olvidó el cumpleaños de su hijo de nuevo parece importarle poco; su esposa lo molesta constantemente con mensajes acerca de cosas que, obviamente, no le importan.

Ambos están alojados en el mismo hotel y ninguno puede dormir.

Algunas personas se quejan de que durante este tiempo no pasa nada. No estoy de acuerdo. A través de sus interacciones con sus entornos se puede entender mucho más acerca de los personajes. Charlotte camina alrededor de la ciudad, entra a templos y salas de juego, hay algún tipo de magia sobre todo lo que ve, ella esta obviamente interesada en probarlo, pero utiliza el hecho de que no sabe como excusa para no hacerlo, algo que va mucho más allá de estas cosas simples.


Bob tiene sus sesiones de fotos, haciendo todo lo posible para entender qué demonios quieren sus directores. Él no está molesto, lo único que quiere es terminar todo rápidamente, volver a casa y así dejar de ser miserable en un ambiente extraño para ser miserable en uno más familiar.

Es este estado de soledad aparentemente eterna que me permite conectarme con los personajes. Todos nos hemos sentido perdidos en algún momento, de una manera u otra. Sofia Coppola muestra exactamente cómo se siente, manipulando estos personajes de una manera casi hipnótica. Es difícil quitarles la mirada de encima, incluso aunque en el exterior parece que no están haciendo mucho.

Y entonces sucede la magia. Una noche en particular de insomnio se encuentran por primera vez en el bar del hotel. Ya se habían visto en el hotel anteriormente, pero nunca habían hablado hasta este momento. La conversación es corta y no muy profunda, ninguno parece estar muy interesado en la otra persona y sin embargo, son más sinceros entre ellos de lo que han sido con cualquiera, incluso sus parejas.

A medida que el tiempo pasa se vuelven más y más cercanos, pasando casi todos los momentos de su corta estadía juntos. Su relación es más que solo una atracción romántica o sexual y Coppola lo hace evidente cuando los hace pasar una noche entera en cama completamente vestidos y tan solo hablando de la vida, aunque obviamente tienen sentimientos que van más allá de una simple amistad casual, se relacionan de una forma que rara vez he visto a personajes de una película hacer. No se besan ni tienen sexo, sólo existen allí, en el mismo lugar, al mismo tiempo, comprendiendo por lo que el otro está pasando y disfrutando cada segundo de su compañía. Es una cosa hermosa de ver.

La película es una serie de momentos pequeños, silenciosos y casi inexplicablemente intensos: una conversación, una broma, una sonrisa, una pausa incómoda. El que tiene más efecto en mí sucede durante una noche de fiesta con los amigos Japoneses de Charlotte, van a un club, luego a una fiesta y finalmente a un bar de karaoke donde Bob canta la canción de los años 80 "More Than This". Después del coro, durante una breve pausa, se da vuelta y mira fijamente a Charlotte, ella lo mira a él y después de un momento le da una pequeña sonrisa. Esta escena dura sólo unos pocos segundos, pero la manera en que se miran el uno al otro y en que la escena está rodada y escrita dice mucho más que un simple dialogo. Es uno de los momentos más hermosos y conmovedores en una película llena de ellos.


Murray y Johansson tienen una química casi magnética, el diálogo fluye magníficamente entre ellos y  cada gesto, no importa si es un guiño, una sonrisa o un simple toque de manos se siente importante. Es impresionante la forma en que viven sus personajes y sin embargo permiten la audiencia ponerse en sus zapatos sin perder su personalidad y haciendo que cada emoción se sienta real. En pocas palabras: Ellos son humanos.

También me gusta el hecho de que la película reconoce que no todo en la vida, incluso para una persona solitaria, es triste e interminable. Hay muchas escenas y diálogos increíblemente graciosos en su mayoría proporcionados por Murray. Un momento particularmente hilarante es cuando uno de sus ayudantes japoneses envía una agresiva bailarina exótica a su habitación quién le ordena una y otra vez que le “lompa las medias", la expresión en el rostro de Murray en su intento de comprender qué demonios le está pidiendo que haga no tiene precio.

La otra estrella de la película, además de los protagonistas y Coppola es el cinematógrafo Lance Acord, quién capta todos los entornos y los lleva a la vida con una fotografía colorida pero modesta. La forma en que graba las escenas con Charlotte mirando fuera de su ventana es impresionante; es capaz de transmitir a través de las imágenes exactamente lo que sienten los personajes.


La montaña rusa emocional que es esta historia culmina en el final más emocinalmente potente que he visto en mi vida. Mientras Bob está a punto de salir de Tokio ve a Charlotte caminando por la calle, rápidamente sale de su limusina y corre hacia ella, hay un momento de silencio y luego la abraza. Ella comienza a llorar y él le susurra algo al oído que no podemos escuchar pero en realidad no importa, es un secreto entre ellos. Se besan brevemente y dicen un último adiós antes de continuar sus diferentes caminos. La aventura ha terminado, probablemente nunca se verán de nuevo, pero al final la película deja un mensaje esperanzador: Todos estamos destinados a ser encontrados, no importa dónde, cuándo o cuánto tiempo dure.

Cada vez que veo Lost in Translation siento algo diferente, me entero de algo, pongo en duda el propósito de la vida, pongo en duda el significado de la felicidad. No es todo el tiempo que una película te influye profundamente o te hace pensar y sentir, y mucho menos hacerte descubrir nuevas emociones y pensamientos cada vez que la ves y he visto esta película más de 20 veces desde que la vi por primera vez en el 2006. Es por eso que es mi película favorita.



domingo, 1 de abril de 2012

Reseña: We Bought a Zoo



We Bought a Zoo es parte de un sub-género de películas el cual es mayormente referido como "Feel-food movies" o películas para sentirse bien. Estas son dramas no complicados generalmente basados en hechos reales donde que todo sale bien y al final todo el mundo está feliz y los espectadores salen del teatro con una actitud positiva, un ejemplo reciente de esto es la ganadora del Premio de la Academia del 2010, The King’s Speech. Por lo general estas películas son exitosas tanto con los críticos como en las entregas de premios (en especial los Oscar), pero nunca han tenido mucho efecto en mí. No es que sea una persona depresiva, pero tienden a ser algo monótonas. No es que sean malas películas, pero si has visto una ya has visto la mayoría, por lo que me sorprende que haya disfrutado esta tanto como lo hice.

La más reciente película de Cameron Crowe está encabezada por Matt Damon, quién interpreta a Benjamin, un viudo que hace todo lo posible por cuidar de su pequeña niña y su hijo rebelde después de la muerte de su esposa. Todos los que le rodean sienten lástima por él, lo que lo vuelve loco y absolutamente todos los lugares de la ciudad le recuerdan a su desaparecida esposa por lo que decide mudarse a un lugar que le hará a él y a sus hijos felices. El problema es que la casa de sus sueños es parte de un zoológico, completo con todo tipo de animales exóticos y un pequeño personal para hacerse cargo de ellos.

Después de algunas consideraciones opta por comprar el parque zoológico y trabajar en él para abrirlo nuevamente al público. Durante el proceso, él y su familia establecen un vínculo emocional  tanto con los animales como con el excéntrico personal que incluye a Kelly (Scarlett Johansson) y su joven prima (Elle Fanning). Hay complicaciones, peleas y malos entendidos, pero al final todo el mundo aprende algo de la experiencia.

Sí, esta historia es muy predecible y algunos de los diálogos, en especial el de los niños, es bastante terrible. Se sigue un patrón muy común, desde el plano del protagonista mirando la casa asombrado y emocionado mientras una melodía de piano esperanzadora suena en el fondo y la confesión de amor bajo la lluvia hasta el de alguna manera ingeniárselas para incluir el título de la película en un discurso inspirador.

Pero en el fondo de esta predictibilidad y diálogos terribles se esconde una dulce y encantadora historia. A pesar de que comienza de forma mediocre,  después de la compra del zoológico las cosas se vuelven más interesantes y emocionantes. Las pruebas y tribulaciones de mantener a los animales es el aspecto más entretenido, aunque las relaciones entre los personajes funcionan bien y todos aportan algo a la historia.

Esta es una película que juega con las emociones, y lo hace bien. No temo admitir que derrame algunas lágrimas durante una escena en particular con un tigre y me reí a más no poder de algunas de las cosas que sucedieron, hay varios momentos divertidos en este film. El necesario romance entre Kelly y Benjamín  está bien hecho, pero la relación entre su hijo y el personaje de Elle Fanning es mucho más dulce y más convincente.

Benjamin es el personaje que más crece durante la película y Damon hace un buen trabajo mostrando la amplia gama de emociones que necesita. Johansson interpreta a un personaje que no es definido por su belleza como algunas de las otras cosas que ha hecho, lo que es un buen cambio. Con la excepción de Elle Fanning, que es fantástica en la película, las interpretaciones de los actores infantiles son algo tele-novelescas, convirtiéndose involuntariamente graciosas a veces. Thomas Haden Church es la mejor parte del elenco, siendo increíblemente cómico como el hermano mayor de Benjamín.

We Bought a Zoo es más que la suma de sus partes gracias a la capacidad de Cameron Crowe para crear una historia conmovedora con personajes carismáticos. Y a pesar de la positividad casi ridícula que se mantiene durante el transcurso del film, es una película que todos pueden disfrutar, la recomiendo aunque como yo, no sean el tipo de persona que usualmente ve películas como esta.