martes, 3 de abril de 2012

Salón de la Fama: Lost in Translation de Sofia Coppola


Bienvenidos a la primera edición del Salón de la Fama, un blog semanal (o bi-semanal dependiendo del tiempo que tenga) donde hablare larga y extendidamente acerca de algunas de mis películas favoritas. Voy discutir exactamente por qué me gustan tanto estas películas, entre esto algunos puntos cruciales de la trama incluyendo los finales, por lo que si no han visto la película sugiero que no lean esto hasta que lo hagan.

La primera película es mi película favorita, lo cual me pareció una buena manera de comenzar: 


Lost in Translation.

Tokio, una de las ciudades más pobladas y complicadas del mundo; su idioma, cultura y estilo de vida casi impenetrable para los extranjeros. Este es el escenario Lost in Translation de Sofia Coppola, una película enfocada tanto en el dialogo como en el silencio. Es una exploración no de un país, sino de la vida.

¿Cuántos de nosotros no soñamos con ir con alguien que amamos a un lugar nuevo y fascinante donde nadie nos reconocería? Eso es lo que Charlotte (Scarlett Johansson) desea y espera cuando viaja a Tokio con su marido fotógrafo, pero él está allí por su trabajo. Ella quiere estar con él, pero la última cosa en su mente es su esposa. Él la deja sola durante largos períodos de tiempo y lo único que ella hace es mirar fijamente fuera de su enorme ventana. ¿En que está pensando? Sólo podemos imaginar.

Y luego está Bob, un actor cuyos mejores días están ya muy lejanos en el pasado. Él está en Tokio para ganar 2 millones de dólares haciendo un anuncio de whisky. Se puede decir que realmente no quiere o se preocupa por el dinero, sólo lo está hace para mantener feliz a su esposa en Los Ángeles. Es casi carente de emociones, y la noticia de que olvidó el cumpleaños de su hijo de nuevo parece importarle poco; su esposa lo molesta constantemente con mensajes acerca de cosas que, obviamente, no le importan.

Ambos están alojados en el mismo hotel y ninguno puede dormir.

Algunas personas se quejan de que durante este tiempo no pasa nada. No estoy de acuerdo. A través de sus interacciones con sus entornos se puede entender mucho más acerca de los personajes. Charlotte camina alrededor de la ciudad, entra a templos y salas de juego, hay algún tipo de magia sobre todo lo que ve, ella esta obviamente interesada en probarlo, pero utiliza el hecho de que no sabe como excusa para no hacerlo, algo que va mucho más allá de estas cosas simples.


Bob tiene sus sesiones de fotos, haciendo todo lo posible para entender qué demonios quieren sus directores. Él no está molesto, lo único que quiere es terminar todo rápidamente, volver a casa y así dejar de ser miserable en un ambiente extraño para ser miserable en uno más familiar.

Es este estado de soledad aparentemente eterna que me permite conectarme con los personajes. Todos nos hemos sentido perdidos en algún momento, de una manera u otra. Sofia Coppola muestra exactamente cómo se siente, manipulando estos personajes de una manera casi hipnótica. Es difícil quitarles la mirada de encima, incluso aunque en el exterior parece que no están haciendo mucho.

Y entonces sucede la magia. Una noche en particular de insomnio se encuentran por primera vez en el bar del hotel. Ya se habían visto en el hotel anteriormente, pero nunca habían hablado hasta este momento. La conversación es corta y no muy profunda, ninguno parece estar muy interesado en la otra persona y sin embargo, son más sinceros entre ellos de lo que han sido con cualquiera, incluso sus parejas.

A medida que el tiempo pasa se vuelven más y más cercanos, pasando casi todos los momentos de su corta estadía juntos. Su relación es más que solo una atracción romántica o sexual y Coppola lo hace evidente cuando los hace pasar una noche entera en cama completamente vestidos y tan solo hablando de la vida, aunque obviamente tienen sentimientos que van más allá de una simple amistad casual, se relacionan de una forma que rara vez he visto a personajes de una película hacer. No se besan ni tienen sexo, sólo existen allí, en el mismo lugar, al mismo tiempo, comprendiendo por lo que el otro está pasando y disfrutando cada segundo de su compañía. Es una cosa hermosa de ver.

La película es una serie de momentos pequeños, silenciosos y casi inexplicablemente intensos: una conversación, una broma, una sonrisa, una pausa incómoda. El que tiene más efecto en mí sucede durante una noche de fiesta con los amigos Japoneses de Charlotte, van a un club, luego a una fiesta y finalmente a un bar de karaoke donde Bob canta la canción de los años 80 "More Than This". Después del coro, durante una breve pausa, se da vuelta y mira fijamente a Charlotte, ella lo mira a él y después de un momento le da una pequeña sonrisa. Esta escena dura sólo unos pocos segundos, pero la manera en que se miran el uno al otro y en que la escena está rodada y escrita dice mucho más que un simple dialogo. Es uno de los momentos más hermosos y conmovedores en una película llena de ellos.


Murray y Johansson tienen una química casi magnética, el diálogo fluye magníficamente entre ellos y  cada gesto, no importa si es un guiño, una sonrisa o un simple toque de manos se siente importante. Es impresionante la forma en que viven sus personajes y sin embargo permiten la audiencia ponerse en sus zapatos sin perder su personalidad y haciendo que cada emoción se sienta real. En pocas palabras: Ellos son humanos.

También me gusta el hecho de que la película reconoce que no todo en la vida, incluso para una persona solitaria, es triste e interminable. Hay muchas escenas y diálogos increíblemente graciosos en su mayoría proporcionados por Murray. Un momento particularmente hilarante es cuando uno de sus ayudantes japoneses envía una agresiva bailarina exótica a su habitación quién le ordena una y otra vez que le “lompa las medias", la expresión en el rostro de Murray en su intento de comprender qué demonios le está pidiendo que haga no tiene precio.

La otra estrella de la película, además de los protagonistas y Coppola es el cinematógrafo Lance Acord, quién capta todos los entornos y los lleva a la vida con una fotografía colorida pero modesta. La forma en que graba las escenas con Charlotte mirando fuera de su ventana es impresionante; es capaz de transmitir a través de las imágenes exactamente lo que sienten los personajes.


La montaña rusa emocional que es esta historia culmina en el final más emocinalmente potente que he visto en mi vida. Mientras Bob está a punto de salir de Tokio ve a Charlotte caminando por la calle, rápidamente sale de su limusina y corre hacia ella, hay un momento de silencio y luego la abraza. Ella comienza a llorar y él le susurra algo al oído que no podemos escuchar pero en realidad no importa, es un secreto entre ellos. Se besan brevemente y dicen un último adiós antes de continuar sus diferentes caminos. La aventura ha terminado, probablemente nunca se verán de nuevo, pero al final la película deja un mensaje esperanzador: Todos estamos destinados a ser encontrados, no importa dónde, cuándo o cuánto tiempo dure.

Cada vez que veo Lost in Translation siento algo diferente, me entero de algo, pongo en duda el propósito de la vida, pongo en duda el significado de la felicidad. No es todo el tiempo que una película te influye profundamente o te hace pensar y sentir, y mucho menos hacerte descubrir nuevas emociones y pensamientos cada vez que la ves y he visto esta película más de 20 veces desde que la vi por primera vez en el 2006. Es por eso que es mi película favorita.



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